¿Cómo luce el Slow Living?
Sin darnos cuenta nuestra vida se ha vuelto más acelerada, nos acostumbramos a lo inmediato y efímero. ¿Y si vivir lento fuera mejor? El slow living puede traernos beneficios que ni siquiera sabíamos que necesitábamos.
Una sociedad instantánea
Cuando los microondas se empezaron a popularizar en los 80s también lo hizo el término instantáneo, ya no había que esperar para cocinar una sopa o calentar algún platillo refrigerado. La necesidad de tener cosas al instante apenas comenzaba.
Un par de décadas después la tecnología, sobre todo los celulares nos han re definido el concepto de instantáneo. Prácticamente todo lo podemos tener de inmediato con un movimiento de nuestro dedo. Saber el significado de una palabra, encontrar un servicio y saber su ubicación, pedir comida, comprar ropa o víveres, etc. Al principio la entrega en un par de días nos parecía maravillosa comparada con el correo convencional. Tiempo después Amazon revolucionó con la entrega del día siguiente, y cuando pensábamos que no podía ser mejor aparecieron las entregas en el mismo día.
Nuestra comunicación también se ha vuelto instantánea, con las redes sociales y los mensajes de texto es prácticamente imposible no estar conectado continuamente a un flujo de información, emociones y situaciones. No contestar en un rango de minutos alguna de estas notificaciones supone un estrés tanto para el que lo recibe como para el que lo manda.
¿Qué es slow living?
Es un movimiento o filosofía de vida que propone llevar una vida menos frenética, alejados del ajetreo diario y de las presiones incesantes del trabajo y la convivencia social.
Nos invita a disfrutar las cosas simples y estar más en contacto con nuestras necesidades verdaderas o profundas. ¿A que nos referimos con necesidades verdaderas? ¿Qué acaso no en verdad quiero lo que quiero? A primera vista muchas de las cosas que deseamos podrían parecer sinceras, queremos destacar en nuestra profesión por qué nos gusta ¿no? Queremos ese auto y casa para vivir con comodidad, y deseamos esas vacaciones por qué en verdad nos fascina el lugar.
Si analizamos a profundidad, lo que en realidad buscamos son las emociones o sentimientos que buscamos detonar con el cumplimiento de esas metas. Alcanzar dichos objetivos son un simbolismo para darnos permiso de sentirnos así. Y no es que esté mal desear o ponerse metas, es el sacrificio que se hace hoy en día para alcanzarlas. Largas horas de trabajo e interacción para disfrutar unos momentos de las vacaciones, o si bien una casa y un auto duran más; el sentimiento de novedad pasa después de unos meses y emergen nuevas necesidades.
Slow living propone sentirnos bien aquí y ahora disfrutando el proceso de nuestro día a día, consumir de manera más inteligente y centrarnos más en la emoción de bienestar final.
Con origen en el movimiento slow food de finales los 80s pero que vivió un boom hasta comenzado el presente siglo. La aparición de los mercados de comida orgánica y los huertos en casa, impulsaron la idea de alimentarse más en sintonía con la estacionalidad de las frutas y verduras. Y en general con el concepto de paciencia y naturalidad.
Diferentes tipos de slow diferentes tipos de estética
El slow living tiene hoy en día varias corrientes o áreas de acción, slow house, slow business (hablaremos de ello en otro escrito), slow travel, slow fashion, etc.El punto central en cada una de ellas es buscar regresar al origen o estado más puro de la actividad.
Pero hablemos de cómo la estética se incorpora en esta filosofía, hay varias maneras de conectarlas, con los sabores en la cocina o con los sonidos en la música. Pero abordemos el tema visual y de cómo este movimiento de lifestyle tiene ciertos códigos visuales.
El slow living está ampliamente ligado al minimalismo, en el reducir todas las actividades a su esencia. Por lo tanto cualquier expresión «slow» generalmente está acompañada o construida mediante elementos básicos.
Podemos empezar desde la manera de vestir, con prendas de colores básicos, incluso neutros. La búsqueda de la funcionalidad dicta la estética, y en este caso al evitar tener un clóset lleno de opciones múltiples que en muchas ocasiones resultan «insuficientes». Una selección de prendas basadas en los mismos colores pero de mejor calidad nos aportan un mejor comfort al vestir y menos ansiedad al comprar. Si bien las tendencias de esta corriente nos sugieren el uso de prendas de color neutras (blanco, gris, arena, etc.). Podemos incorporar algún color de nuestra preferencia, pero siempre con la intención de que prevalezca como un patrón.
Si lo trasladamos al hogar podemos encontrar que la tendencia es también adquirir utensilios estrictamente necesarios y dichos utensilios, extremadamente simples. Muchos podrían pensar que dicho tipo de decoración es poco atractiva e incluso aburrida. Sin embargo conlleva un reto, el mismo que proviene del minimalismo, y es el que con menos decoración lo feo es evidente. Por lo que al usar elementos mínimos estos deben ser estéticamente más agradables, ya que no elementos extras que nos distraigan o cubran imperfecciones.
O como en el oriente se estila, las imperfecciones también tienen su grado de estética. La asimetría, los quiebres o desgastes también forman parte de la esencia de las cosas y nos transmiten ciertas emociones.
Este tipo de filosofía o estilo de vida puede no ser el ideal para todos, pero bien podría hacerse el ejercicio de incluir alguna de las vertientes del slow living en nuestras vidas. Quizás intentar tener una parte de nuestro guardarropa de forma minimalista. O empezar a decorar una habitación con estos elementos. Y a partir de ahí ver si comulgamos con ella o no, la velocidad de la vida moderna probablemente nos insinué que no, pero si escuchamos más profundamente en nuestro interior es probable que podamos encontrar un poco de balance. Y si bien no ser completamente «slow» pero tampoco ser totalmente «speed».